Creo que lo he odiado toda mi vida, no es algo de mayor. Supongo que porque siempre me he achicharrado viva, nunca he podido estar al sol ni me ha apetecido estarlo, todo sea dicho.
Hasta ahora he sobrevivido gracias a llevar una vida de Nosferatu y al aire acondicionado, uno de los inventos más revolucionarios de la humanidad junto con la rueda y los pañales Dodot, y que me perdonen los que opinan que tiene culpa del cambio climático, yo reciclo para compensar.
Así que yo vivía los veranos siguiendo una estricta política de persianas bajadas y reclusión en el hogar de 11 a 21 horas. Y me iba muy bien.
Y entonces llegó la peque. Y claro, le gusta la calle y el paseo más que nada en el mundo. Se entretiene, se le pasa la ñoñez y se lo pasa pipa (o se duerme). Así que aquí me veo... saliendo a horas intempestivas (a las 11 de la mañana, a las 19 de la tarde...) a ¡dar paseos! ¡en junio!...
La peque va pertrechadísima con su sombrilla para evitar los momentos Nosferatu (claramente heredados de su madre) pero va feliz de la vida (claramente porque ha heredado también los genes jienenses del padre, porque los de Jaén están hechos de una pasta especial en lo que a su regulación térmica se refiere)... y yo voy medio muerta.
Eso sí, no dejo de cantar...
... "The things we do for love"...
* el 13 de junio es el Día europeo de la prevención del cancer de piel... lo dicho, mamás, nosotras también tenemos que protegernos.
Chica, pues yo todo lo contrario. Me gusta el calorcito. De hecho, creo que en otra vida era un lagarto, porque me encanta pasarme horas tumbada en la playa (eso si, con FPS60 y bajo la sombrilla de 12 a 16h). Me muero de ganas de comemzar de nuevo con la rutina playera...
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